Para miles de emprendedores y startups, el dropshipping es el último grito en comercio electrónico, siendo la clave del éxito de Zappos, Wayfair.com y otras empresas reconocidas. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de dropshipping? Una triangulación de envíos que permite a tiendas online y proveedores establecer una relación win-win, donde el primero obtiene márgenes de beneficios por venta mientras el segundo es responsable directo de la logística y almacenaje de productos. Así pues, hablamos de una modalidad ‘low cost’ del comercio electrónico, al alcance de todos gracias a Big Buy, eBay, Amazon, AliExpress y otros populares dropshippers.
Desafortunadamente, no es oro todo lo que reluce en el mundo del dropshipping, un modelo de negocio con muchísimos pros y contras, como descubriremos a continuación:
Inversión nula ¿o mínima?
Multitud de empresas especializadas en dropshipping han lanzado afirmaciones contundentes acerca de la baja inversión que requiere este modelo de negocio. Digámoslo sin rodeos, esta forma de comercio es realmente asequible, pero de ninguna manera es gratuita. Aspectos como la logística, el almacenaje, los impuestos y los gastos relativos al alquiler o la electricidad desaparecen, lo que nos aporta una inestimable ventaja competitiva, sobre todo cuando nuestro negocio está despegando.
Ahora bien, convertir nuestra tienda online en un embudo de ventas requiere generar un flujo notable de visitantes, que requiere a su vez unas acciones regulares de marketing online. Nada de esto es gratuito, claro está, ni tampoco tenemos garantizado el éxito. Estas estrategias de Amazon para aumentar el tráfico de visitantes te ayudarán a comprender mejor algunas de estas cuestiones.
Rentabilidad, en tela de juicio
Otra mentira repetida hasta la saciedad es la baja rentabilidad de hacer dropshipping, pues los márgenes de beneficios rara vez superan el 10-15%, siendo del 5% con la mayoría de los proveedores. Aclaremos primeramente que dichos márgenes no siempre los decide nuestro dropshipper, de manera que pueden superar el 200% si lo deseamos. Más allá de la permisividad de nuestros proveedores, otro factor determinante es el género que pretendamos vender. Las gafas de sol ofrecen beneficios mínimos en comparación con los electrodomésticos, de manera que nuestros productos decidirán en parte cómo de rentable es nuestro negocio. Pero esto no debe llevarnos a engaño: la rentabilidad de una tienda online al uso es mucho mayor que la de una tienda basada en dropshipping.
Cero responsabilidades
Como venimos avisando, el apartado logístico es responsabilidad del dropshipper, por lo que únicamente deberíamos enviarle los datos correspondientes y confiar en su buen hacer. Pero ¿qué sucede cuando el paquete desaparece por el camino?, ¿y cuándo llega defectuoso?, ¿y cuándo resulta ser una imitación? Tristemente el culpable no será el dripshipper en cuestión sino nosotros, responsable siempre en última instancia. Así pues, desentenderse de los envíos no es tan atractivo como parece en primera instancia. Para prevenirlo, debemos contactar con proveedor de máxima confianza, capaces de reaccionar adecuadamente en estas situaciones.
La última palabra, ¿el dropshipper o tú?
La autonomía es una de las cuestionas más espinosas del modelo dripshipping, donde nuestro control termina precisamente donde más necesario sería: en la entrega del pedido. Ahora bien, ¿somos títeres de nuestros proveedores?, ¿en última instancia no tenemos potestad sobre nuestro negocio? Estos despropósitos son moneda corriente en foros y redes sociales, como consecuencia de la desinformación. A excepción de la fabricación y distribución del producto, todos los procesos de una tienda online empiezan y terminan en nosotros, por lo que tenemos un control (casi) absoluto.
Así las cosas, son muchos los atractivos del dropshipping, que cada año seduce a cientos de emprendedores y entusiastas de la venta online. Pero esta modalidad de ecommerce también plantéa obstáculos insalvables, que debemos tener en cuenta antes de aventurarnos en este mundo.
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